La vida en nuestro planeta depende de la presencia de una
capa relativamente delgada de aire que lo envuelve. Aunque la atmósfera solo
representa aproximadamente 0.0001% de la
masa total de la tierra, constituye el depósito de donde obtiene el oxígeno
esencial para el metabolismo, dióxido de carbono para la fotosíntesis y
nitrógeno, cuyos compuestos son indispensables para el crecimiento de las
plantas.
Nuestro clima está gobernado por el movimiento del vapor de
agua de la superficie de la Tierra hacia la atmósfera y en sentido inverso de
regreso a la Tierra.
Los oligoelementos de la atmósfera tienen efectos benéficos
o perniciosos sobre el delicado equilibrio de la vida. Pequeñas cantidades de
ozono a una altitud de unos 30 Km absorben casi todas las perjudiciales
radiaciones ultravioletas del Sol. Por otra parte, tan solo 0.2 partes por
millón de ozono cerca de la superficie de la Tierra resultan suficientes para
fomentar las reacciones fotoquímicas a las que se debe la formación de “smog”.
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